El proyecto Casa Almaguer nace del encuentro de unas cuantas personas ocupadas en la búsqueda de alternativas de productos de belleza orgánicos; en la búsqueda de una alternativa para trabajar el campo y vivir campesinamente con dignidad; en la búsqueda de un modo de poder caminar este mundo prodigioso con tranquilidad; en la búsqueda de una educación que llene de maravilla a lxs niñxs y en la búsqueda de una alternativa para construir la sociedad que soñamos.
Pero no nació en un día. Se fué construyendo de charla en charla y de pregunta en pregunta.
Un día decidimos que queremos cultivar esta planta viajera que viene de la selva amazónica y que nos hace sentir hermanados en nuestra latinoamérica. ¿Qué puede ser más latinoamericano que la amazonía? Sacha Inchi viene del pulmón del mundo, de la selva amazónica bajo amenaza de desaparición por causa de la deforestación exagerada.
¡Queremos ayudar a que esta mensajera de la selva viaje por el mundo!
Decidimos que queremos trabajar en solidaridad. Fuera de la estructura de poder que enferma el alma y aleja a las gentes. Fuera de las divisiones de trabajo que elevan unos por encima de otros y dejan a los campesinos en la posición más vulnerable.
El proyecto Casa Almaguer es un experimento de trabajo en modo “comuna”: quienes hacemos parte trabajamos en libertad y solidaridad. Cada persona aporta al proyecto según su capacidad y su motivación. ¡Trabajar es una alegría y no un suplicio!
Pensamos que todos los trabajos son igualmente valiosos. Contra una sociedad que reparte riqueza de forma desigual y, muchas veces, injusta, proponemos que todos quienes participamos de este proyecto hemos aportado nuestra creatividad, esperanza y saber. Y estas cosas no se pueden medir. Repartimos parejo el fruto de nuestro trabajo.