La amazonía es una colosal y misteriosa selva al oriente de la cordillera de los andes nacida alrededor del reptar del río amazonas: una serpiente sagrada y antigua que viaja desde las montañas a la mar. ¡Son 7 millones de kilómetros cuadrados de un ecosistema llamado bosque tropical lluvioso de 55 millones de años de edad!
Ella es una explosión milenaria de biodiversidad. Es tan espectacular que desde el áfrica y sobre el océano, el Sahara le envía suspiros en las alas del viento: 27.7 millones de toneladas de arena sahariana aterrizan en la amazonía cada año fertilizando sus suelos.
Nuestros antepasados humanos han vivido en ella durante miles de años en armonía pero, de un tiempo para acá, hemos embolatado el amor por la vida y hemos iniciado un ataque despiadado contra la amazonía: miles de incendios han sido encendidos en ella para convertir el territorio boscoso en campos de cultivo y de ganadería. En 2018 se estimó que el 17% de la selva amazónica había sido destruida.
La salud de la selva es delicada: se cree que una pérdida de entre 20% y 25% de su cuerpo romperá de manera definitiva su capacidad de recuperación , desaparecerán las lluvias, los pájaros y las historias; irreversiblemente morirá. Entonces un río amazonas debilitado y nostálgico recorrerá una sabana degradada y el Sahara trocará sus suspiros de amor por lamentos y tristeza.
Pero nada está perdido hasta que está perdido.